Penas de Santa Bárbara (Restauración, Diciembre 2015)

Recuerdo aquella luna de invierno que jugaba entre las casas del Barrio de Santa Bárbara. Cuando ya parecía que ya no volvería a oler ...

Recuerdo aquella luna de invierno que jugaba entre las casas del Barrio de Santa Bárbara. Cuando ya parecía que ya no volvería a oler a incienso, de repente y casi sin darse cuenta, nos encontramos de nuevo inmersos en este sueño que nunca termina de acabar. Frente al ruido que todo lo inunda, que todo lo pervierte con ese magma que obstruye los sentidos y la razón. Frente al discurso hueco y las palabras que apenas dejan huella en los labios que permanecen sellados por la luz del conocimiento. Existe un lugar en Linares donde la fuerza devocional esta convertida en ese silencio que nos reconforta, que permite encontrarnos con nosotros mismos y que nos eleva hasta dejarnos en el mismo umbral del misterio. A su vez, el silencio de la noche se presta para ser paño impregnado en aromas de una primavera que aún no ha llegado. Silencio solo silencio entre la multitud de manos de un pueblo, deseando aliviar tanto dolor.

El pasado mes de Diciembre, y tras cinco meses de ausencia debido a la restauración llevada a cabo sobre la imagen titular mariana, María Stma. de las Penas de la Hdad. del Sagrado Descendimiento ya se encuentra de nuevo en el templo parroquial de Santa Bárbara. Numerosos vecinos se dieron cita en la Solemne Eucaristía para recibir a la talla después del proceso de restauración al que fue sometida por la manos del Jienense Mario Castellano. Una labor necesaria puesto que la imagen tenia varios problemas externos, así como una mala unión en los materiales, elementos metálicos y adhesivos sintéticos. Un proceso de restauración en el que primó el respeto a la imagen original, y para el que se contó con el apoyo en todo momento del vestidor de la Virgen de las Penas, Juan López.



De entre las sombras de Santa Bárbara emerge una figura esbelta, de rostro inconfundible que apenas se intuye a la luz de las velas, en una calle cualquiera. Atada a la amargura pero sin perder un ápice de su belleza inicial, la Reina que llora amargamente se presentaba una vez mas ante su gente y su Barrio, que esperaban con anhelo su llegada. Es una Virgen inconsolable, de rostro delicado, profunda su mirada melancólica, de llanto inagotable... de lastima sin fin. No hay mas verdad que la de esta imagen, en la que caben todos los anhelos, las aspiraciones, las angustias, los miedos y esperanzas, las miserias y las ilusiones de quienes reconocen su silueta inconfundible vestida de Reina. La imagen es sencilla y rotunda rodeada por un silencio atronador. No hay mas verdad que esta. La verdad de nuestros padres, la de quienes le rezaron arrepentidos sin ser capaces de sostenerle la mirada, la de quienes se descalzaron aliviados nada mas pisar los umbrales de su santa morada. No hay mas verdad que aquella que día a día se contempla a los pies de su bendito y divino altar, aquella mujer que con suma delicadeza, debido a su edad se postra de rodillas frente a ella, rezándole y pidiéndole por sus seres queridos, abriéndole las puertas de su alma y confiándole todas las Penas que guarda en su corazón.

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